La huella ecológica de las gambas es peor que la de un bistec

    La huella ecológica de las gambas es peor que la de un bistec

    Tan pequeño como ecológicamente devastador. Es el camarón, cuyo cultivo está destruyendo ecosistemas enteros en Asia, el continente donde, según un informe de Naciones Unidas, se encuentra aproximadamente el 80% de la producción mundial.


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    Tan pequeño como devastador desde el punto de vista vista ecologica. Es el camarón, cuyo la agricultura está destruyendo ecosistemas enteros en Asia a un ritmo incesante, continente donde, según un informe de Naciones Unidas, se ubicaría hace unos l80% de la producción mundial.




    Pero esta subversión de las leyes ambientales provocada por la industria camaronera, ¿cuánto nos cuesta? preguntó el biólogo J.. Boone Kauffmann, de'La Universidad Estatal de Oregon, que decidió cuantificar el verdadero "precio" de la captura de camarón, que sin duda tuvo un papel decisivo también en el agravamiento de la destrucción causada por tsunami.

    Bueno, más de 13 kilómetros cuadrados de bosque de manglar son arrasados ​​para producir un kilo de crustáceos. Lo que significa que "la huella de carbono de los camarones en el uso de la tierra es aproximadamente 10 veces mayor que la de una cantidad equivalente de carne de pastoreo producida al talar la selva tropical", dice Kauffman. En resumen, una parte de tan solo 100 gramos de camarón traen consigo una huella ecológica equivalente a 198 kilos de CO2. Porque cada dólar producido por la exportación de crustáceos deja una enorme destrucción ecológica y económica. Tras el abandono, en efecto, “la tierra necesita de 35 a 40 años para recuperarse”, explica el biólogo. En comparación, la devastación y la deforestación que dejó un rancho ganadero parece casi color de rosa.

    Uno de los problemas más serios asociados con este tipo de agricultura es la destrucción, a lo largo de las costas tropicales, de grandes áreas de manglares para dar cabida a instalaciones de acuicultura. “Pero los manglares no son solo la cuna de una riquísima biodiversidad animal y vegetal -explica Slow Food-, también son un baluarte contra la erosión del suelo y una especie de zona de amortiguamiento que protege las regiones costeras de huracanes y tsunamis”. Su desaparición también tiene consecuencias catastróficas sobre la pesca artesanal, con el agua salada procedente de las cuencas de cría que puede provocar la salinización de las tierras de cultivo.


    Sin olvidar, entonces, la igualmente significativa contaminación deresiduos en aguas costeras: alimentos no consumidos, excrementos, plancton, bacterias, materiales disueltos (amoníaco, urea, dióxido de carbono y fósforo), antibióticos y otros compuestos químicos como desinfectantes, acondicionadores de suelo y agua, pesticidas y fertilizantes. En resumen, un simple plato de camarones puede ser muy costoso. Y no solo por los bolsillos.



    Roberto Ragn

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