Psicólogos dan la voz de alarma sobre una nueva pandemia: la gente se siente culpable por no ser feliz

Psicólogos dan la voz de alarma sobre una nueva pandemia: la gente se siente culpable por no ser feliz

Psicólogos dan la voz de alarma sobre una nueva pandemia: la gente se siente culpable por no ser feliz, un problema debido al positivismo forzado.

No guardes el aguacate así: es peligroso

Lleva años de moda aunque alguien, afortunadamente, ya se había dado cuenta de lo insidioso que era: estamos hablando del pensamiento positivo, según el cual bastaría con pensar en positivo para cumplir los deseos y alcanzar la felicidad deseada. Pero ahora, finalmente, cada vez más voces, incluidas las de muchos psicólogos, disipan el mito, destacando que la positividad forzada puede incluso ser perjudicial para la salud física y mental.





Entre otros, Rafael Pardo, autor de numerosos libros de carácter histórico, espiritual y psicológico, habla de ello en su libro “Felicidad tóxica. El lado oscuro del pensamiento positivo”, comparando el Pensamiento positivo con el ideal de belleza femenina de los años 90, que llevó a muchas mujeres a sufrir anorexia y bulimia para adherirse a los cánones estéticos "ganadores".

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Pues bien, ahora según el autor estaría en marcha una nueva pandemia, la de personas que se sienten culpables por no ser lo suficientemente felices. Pandemia alimentada precisamente por el tan aclamado pensamiento positivo, que vende la felicidad como si fuera un producto cualquiera, sin tener en cuenta el contexto en el que cada persona nace y vive, ni siquiera su posición socioeconómica:

“Te dan ese mensaje perverso de que las condiciones socioeconómicas no son importantes, cuando lo son. No es lo mismo estar en un país con democracia que sin ella; tampoco es lo mismo ser mujer en Zambia o en Estados Unidos. Dile a George Floyd que su condición no era importante, que su felicidad era cuestión de cuatro pensamientos”.

El pensamiento positivo, de hecho, de manera sutil, nos lleva a pensar que si nuestra vida no va como nos gustaría, es culpa nuestra. Porque no somos lo suficientemente positivos. Sin tener en cuenta las circunstancias y el contexto en el que vivimos, que es diferente para cada uno de nosotros y en algunos casos decididamente desfavorable.

Para transmitir la idea, Pardo pone un ejemplo relacionado con el trabajo: el pensamiento positivo lleva al trabajador a creer que es incapaz de obtener ciertos resultados porque no es capaz de pensar en positivo e imaginar un futuro glorioso, y así transmite la idea. que el problema es del trabajador y no de la precariedad laboral por un sistema injusto. De ahí la conexión entre el pensamiento positivo y el capitalismo, que según Pardo suele ser utilizado por los propios políticos para distraer la atención de los ciudadanos y enmascarar una mala gestión, incluso en el caso de la pandemia del coronavirus.



Por no hablar de los peligros desde el punto de vista de la salud, pensar que todo irá bien lleva a las personas, según Pardo, a creer que son invulnerables, incluso en situaciones críticas como la actual, y por ello a no tomar medidas de precaución. en serio. Además, desde un punto de vista educativo, los niños criados en el mito del pensamiento positivo están menos acostumbrados a aceptar las cosas malas que les suceden en la vida, y tienden a creerse los reyes del mundo, lo que en la edad adulta puede crear problemas considerables y frustración permanente.

Esto no significa que debamos convertirnos en pesimistas, sino en realistas optimistas, sugiere Pardo. Porque si el pesimismo nos vuelve demasiado negativos, el optimismo exasperado es un poco como mirar el mundo con lentes rosas, pretender que las injusticias no existen y que, si realmente lo queremos, todo irá bien. Este tipo de positivismo en vez de mejorarnos, nos tranquiliza, y por ende una mayor vinculación con el sistema capitalista que tiene todo el interés en no hacernos enojar, aún cuando las injusticias son evidentes, echándonos la culpa.

¿Y queremos hablar del terrible impacto de la positividad forzada en las emociones? Cuando nos obligamos a ser felices, corremos el riesgo de convertirnos en hipocondríacos emocionales y querer controlar perpetuamente nuestras emociones, hasta el punto, dice Pardo, de pensar que sentir tristeza, enfado o emociones erróneamente consideradas "negativas" es un mal o síntoma de desequilibrio.

Por supuesto, la vida depende de nuestras elecciones, de nuestra voluntad, de nuestros pensamientos, pero no somos Mónadas, vivimos en diferentes contextos sociales, culturales, económicos que, nos guste o no, nos influyen, y donde la justicia no siempre está en juego. hogar. ¡Mejor reconocerlo y si es posible tomar acción para cambiar las cosas que pretender que todo está bien!



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