Maravillarse: cómo recuperar y redescubrir en uno mismo la capacidad de asombrarse

    La capacidad de maravillarse, de detenerse en el asombro es un arte que podemos recuperar. Un libro explica cómo hacerlo, entre filosofía e imaginación, para vivir más plenamente.

    No guardes el aguacate así: es peligroso

    La capacidad de maravillarse, de detenerse en el asombro es un arte que podemos recuperar. Un libro explica cómo hacerlo, entre filosofía e imaginación, para vivir más plenamente.





    Hemos perdido el sentido de asombro. Sí, es cierto, algo nos sigue sorprendiendo de vez en cuando pero casi nunca dejamos que nos toque, que descienda por dentro para encontrarnos y abrirnos, y sentir y volver a sentir. Más a menudo, casi siempre, si sucede, la sacudida de la maravilla, nos detenemos en la estética y, cuando es posible, nos detenemos con un clic, de una cámara o un teléfono móvil, listos para el próximo intercambio. Así que aquí está el ¡guau! La cara-maravilla-sorpresa de Facebook o las redes sociales de turno, regaladas por amigos y familiares. Terminó allí, y lejos.

    Que es un defecto, y al mismo tiempo un verdadero pecado, es cierto. Porque la auténtica, no superficial, sensación de asombro nos permite entrar -por unos instantes mágicos- en un estado de particular conexión con el Todo. Darwin escribió sobre su experiencia en un bosque brasileño:

    “Es imposible dar una idea adecuada de la profundidad de los sentidos de asombro, asombro y devoción que se apoderan de nuestro espíritu y lo elevan”.

    Goethe, en 1829, afirmaba que "lo más alto a lo que puede llegar el hombre es el asombro...": quién sabe si realmente es así pero -seguramente- el asombro es un trampolín indispensable para una vida capaz de saborearlo todo, de mirarlo todo con un ojo inocente que nunca da nada por sentado y por eso sabe ver; con un corazón y una cabeza conscientes.

    Maravillarse: cómo recuperar y redescubrir en uno mismo la capacidad de asombrarse

    Si a alguien le parece difícil, no se preocupe: es un arte que se puede aprender o, mejor, redescubrir dentro de uno mismo. Para quien lo desee, será de utilidad un pequeño libro con un título explicativo: "Lecciones de asombro - Viajes entre la filosofía y la imaginación" de Andrea Colamédicoes decir, Maura Gancitano. Publicado por Ediciones Tlon y Macro, aborda, con un lenguaje claro y ameno, los grandes descubrimientos de la filosofía y solicita visiones, reflexiones. Informar acerca de efectos del "espíritu de los tiempos" (que nos empuja a la velocidad, al sprint-post-go, a meditaciones de media hora o de quince minutos que nos permiten vivir con más tranquilidad en el frenesí de los ritmos de hoy, en la planificación de mil cosas y en la optimización productiva de tiempo) y explica por qué sólo en el "espíritu de las profundidades" podemos redescubrir la maravilla: el nuestro y el que se distribuye a nuestro alrededor.



    Maravillarse: cómo recuperar y redescubrir en uno mismo la capacidad de asombrarse

    Hay tres advertencias a seguir:

    1. la primera: no necesitas estados alterados que te droguen y/o erradiquen de la realidad; “El asombro -explican los autores del libro- necesita un trabajo de puesta a tierra, de atención hacia las cosas muy pequeñas. Es un radar interno, no algo para ser administrado”.
    2. El segundo: cierta disciplina es útil o -incluso- la misma confianza y dedicación y compromiso que exigen las directivas dadas por el maestro Miyagi al joven Daniel (“poner la cera, quitar la cera, sin olvidar respirar”) en la película El Karate Niño.
    3. El tercero: es necesaria una cierta disposición a la incertidumbre, a detenerse incluso en lo que no gusta, a no buscar sólo lo que tranquiliza y reconforta y consuela.

    Al final, los resultados se ven. El asombro y el encanto en los ojos permiten -como observó Pablo Neruda- leer la fábula que hay dentro de todo; a “amar la vida a la vez desde dentro y desde fuera, soportando su peso y su ligereza: mirando la inmensidad del mundo y su inexistencia, su plenitud y su vacío”. Y sentir, hasta el final, su profunda Belleza.



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