Tik Tok, cuidado: cualquier niño podría caer en sus propios peligros. El consejo del psicólogo

Tik Tok, cuidado: cualquier niño podría caer en sus propios peligros. El consejo del psicólogo

No guardes el aguacate así: es peligroso

Tras la historia de la pequeña palermitana que murió por un reto en Tik Tok, le pedimos a la psicóloga y psicoterapeuta perinatal Dra. Elena Costa que hiciera un balance de la situación. Existe un estrecho vínculo entre el Covid y el uso de las redes sociales, del que nadie habla. Hay un peligroso remolino de acusaciones que se pueden leer en las redes sociales en estas horas, dirigidas a los padres de esta joven víctima, o a la propia menor. Quizás no está claro que le pueda pasar a cualquiera. Y es precisamente esta falsa seguridad la que nos hace bajar la guardia. ¿Cuáles son las verdaderas razones que llevan a los niños, niñas y adolescentes a arriesgar su vida? ¿Y qué pueden hacer los padres?





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El vínculo entre el uso de Tik Tok y el Covid del que nadie habla

¿En qué espacio viven hoy nuestros niños y adolescentes? Cada vez más, confinados físicamente entre las paredes de la casa, pero solos y perdidos en el espacio infinito e incontrolado de la red.

Todos vivimos inmersos en un entorno digital saturado de mensajes de todo tipo, sobre los que es casi imposible tener control y que pueden generar descifrados inmediatos y muchas veces engañosos sobre una mente en formación, sin posibilidad de tener filtro o explicación por parte de un adulto que pueda metabolizar para ellos los verdaderos significados de todo lo que les afecta.

Una falsa sensación de seguridad invade entonces a los adultos que creen tenerlos bajo la mirada y bajo control, cerca de ellos, mientras que los niños están en realidad solos y lejos, en un territorio saturado de trampas, en el que es muy difícil mantener un área protegida. .

Existen filtros y controles parentales, que en vez de ayudar a veces empeoran la situación generando una falsa sensación de seguridad, cuando en realidad el sistema se está regenerando constantemente, y debemos estar continuamente sobre el terreno para controlar y limitar.

El impacto del Covid en el uso de la tecnología por parte de niños y jóvenes

¿En qué espacio pueden crecer y compararse nuestros hijos en tiempos de Covid?

Ya no en un espacio físico, cada vez más peligroso y temido por los adultos que encuentran como única solución el confinamiento en casa, o la delegación a colegios y polideportivos.

Con una pandemia en curso, en la que han sido protagonistas pasivos, viéndose sin saberlo asumir el papel de engrasadores para ser segregados y marginados, ya ni siquiera estos lugares de socialización les han sido otorgados.



Entonces, ¿en qué espacio? ¿Dónde podrían encontrarse estas mentes, corazones, almas jóvenes, curiosas de tratar con la vida y con los demás?

¿A quién los padres, atrapados en la loca gestión del hogar y el trabajo entre cuatro paredes, han podido pedir apoyo?

Las redes sociales se han prestado espontáneamente a este papel de cuidado de niños o parques infantiles virtuales.

Ingenuamente creíamos que todo esto era gratis, pero todo servicio tiene un costo: las redes sociales son el entrenamiento de la mente de los niños que tienen acceso a ellas, sus imágenes dadas a un programa comercial, sus gustos, sus opciones de compra, la elaboración de perfiles. de sus gustos y orientaciones.

Una cuestión de... soledad y una falsa sensación de seguridad.

Realmente demasiado simple para mortificar a toda la categoría de menores con la imagen de infectores para estar confinados en casa, primero, y luego pasar a mortificar a sus padres como descuidados y cómplices de hechos trágicos como el de la niña de Palermo que perdió la vida por un reto en una famosa red social.

La soledad probablemente jugó un papel clave en esta historia: tal vez hubiera sido suficiente tener amigos cerca, que la alertaran, la invitaran a soltarse un momento antes o la liberaran a tiempo.

La realidad es que nuestros hijos están solos en este momento, en las redes sociales están solos.

Sin embargo perciben una falsa sensación de seguridad e intimidad con otros usuarios, lo que les empuja a hacer cosas en la soledad de sus dormitorios que en un grupo de compañeros en el parque, entre transeúntes y en la comparación entre diferentes compañeros, en todos probabilidad de que no lo hicieran.


El refuerzo positivo se convierte en el gusto de muchos desconocidos, en lugar de la sonrisa de un amigo o la mirada cómplice.


La gratificación está en ser valiente elevando el listón del peligro en la aparente seguridad de tu hogar, en lugar de involucrarte arriesgándote a lastimarte la rodilla o hacer alguna estupidez por la que tal vez recibas una reprimenda. Falta la dimensión concreta tanto de la gratificación como de la percepción del peligro, en un círculo vicioso que altera la experiencia y la forma de procesarla.

Salgamos de Tik Tok (y volvamos a conectarnos con nuestros hijos)

Durante años en el mundo de la Psicología se ha debatido y objeto de investigación el tema del acceso a estas herramientas, y desde hace mucho tiempo se ha convergido en la idea de una no oportunidad de ofrecer un acceso demasiado temprano a niños y niñas. jóvenes a recursos que no sabrían controlar, pero por los cuales corren el riesgo de ser controlados.

Un carrusel de voces, likes, corazones, colores, imágenes, que hace lucir maravilloso un mundo hecho de horribles trampas, insensibilizando el peligro.

Pero la neurociencia nos enseña que un cerebro preadolescente está hambriento de estímulos y sensaciones extremas, y sobre todo todavía está experimentando “el límite” en el que se encuentran el bien y el mal, la frontera real entre la vida y la muerte, que aún no se percibe en una manera completamente realista.

Como en el cuento de Pinocho que acaba en el país de los juguetes, ya nosotros, pobre Geppetto, sólo nos queda intentar ir a buscar a estos niños perdidos, tragados por una ballena. El progreso se acelera solo, dijo Einstein, pero la velocidad más allá de cierto límite solo corre el riesgo de hacernos estrellar.

Es momento de dar la vuelta, aprender a bajar el ritmo, desconectar, permanecer.

Aprender a hacerlo nosotros mismos, primero por nosotros mismos, y luego poder crear un espacio para nuestros hijos. Un espacio que no sea sólo físico, sino de diálogo, de intercambio, de compartir.

Dra. Elena Costa, Psicóloga Psicoterapeuta Psicóloga Perinatal Orden de Psicólogos Lazio

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