Después de pasar 50 años de su vida con las patas atadas por cadenas con púas, Raju finalmente puede caminar libre. Es difícil encontrar palabras que puedan describir el momento en que se salvó este hermoso y manso animal, que durante décadas había sido golpeado, maltratado, obligado a dar limosna y sufrir un sufrimiento indecible.
Está a punto de acabar atropellado, su madre lo salva
Después de pasar 50 años de su vida con las patas atadas con cadenas con púas, Raju finalmente puede caminar libre. Es difícil encontrar palabras que puedan describir el momento en que este hermoso y gentil animal, que durante décadas había sido golpeado, abusado, obligado a dar limosnasufriendo sufrimientos indecibles, fue salvo.
Ocurrió de noche, para evitar mayores sufrimientos por el tremendo calor que hace en la India. Sus salvadores juran que el buen gigante lloró al darse cuenta de que su calvario estaba llegando a su fin. Raju, que en su vida carcelaria pasó bajo 27 dueños, tenía tanta hambre que comía plástico y papel para llenar su estómago vacío.
Había sido en cadenas las 24 horas del día, sin saber nunca lo que significa caminar sin troncos clavados, sin abrigo alguno. Sus uñas están gravemente comprometidas, con abscesos y lesiones causadas por las cadenas con púas y el asfalto sobre el que constantemente se vio obligado a andar de un lado a otro. El dolor y la crueldad era todo lo que conocía. Su último verdugo incluso le arrancaba los pelos de la cola para venderlos como amuleto de buena suerte.
Un acto de crueldad intolerable lo que hace que sea más fácil entender por qué las lágrimas rodaron por su rostro durante el rescate. De hecho, algunos expertos creen que los elefantes lloran cuando están emocionados, al igual que los humanos.
“Fue increíblemente emotivo. Sabíamos en nuestros corazones que se estaba dando cuenta de que estaba liberado. Los elefantes son animales majestuosos y muy inteligentes. Solo podemos imaginar lo que significó para él sufrir medio siglo de tortura. Hasta que llegamos, nunca se había liberado de sus grilletes. Pero hoy sabe lo que es la libertad”, explica Pooja Binepal de Wildlife SOS-UK.
Tardó 45 minutos en liberarlo de las apretadas cadenas que le envolvían las patas., lo que le producía dolor en cuanto alguien intentaba quitárselos. Cuatro mahouts, los adiestradores de elefantes, lo persuadieron suavemente para que se sentara y finalmente fue posible darle la libertad. Raju ha dado su primer paso hacia una nueva vida. un minuto después de la medianoche del 4 de julio. Y finalmente fue alimentado adecuadamente, con plátanos, hojas de plátano y mangos. Ahora se mantendrá aislado y cuidado, solo para ser reintroducido en la manada del centro, formada por otros elefantes que han conocido la crueldad del hombre.
Roberto Ragni
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