“Querida niña del traje verde”: la carta viral que invita a aceptarnos tal y como somos

“Querida niña del traje verde”: la carta viral que invita a aceptarnos tal y como somos

En la web nos topamos con una preciosa carta de una escritora española: su invitación es a aceptarte tal y como eres.

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Las comisuras de los labios hacia abajo, para simular la desaprobación cotidiana, y la mirada severa de los que no son perdonados. Aún hoy, si lo logras, tienes una cita con el espejo, con los ojos de los demás, con el juicio que aún no puedes esquivar. Estoy demasiado gorda, estoy demasiado delgada, oh dios, esas almohadillas, pero ¿viste las orejas que tengo?





Una a una dejas caer las palabras sobre ti, las repites como si fueran una obsesión, se te meten dentro y empiezas a pelear con tu último intento de no ser arrastrado a un lugar peor en otra parte. Toma un momento, ¿sabes? Para dar paso a esas palabras para tragarte por completo. Para que esos labios tuyos queden contraídos hacia abajo. La mirada severa de quien no se perdona.

Pero realmente no hay nada que perdonar. Si hay alguien a quien tienes que absolver de alguna culpa, ciertamente no eres tú. Ni los demás, te lo diría con certeza. Olvídalo y empieza a florecer, tienes toda una vida por delante. 

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En la web nos topamos con una hermosa carta de 2016 que se volvió viral nuevamente. Para escribirlo está una escritora española, autora de álbumes ilustrados y diseñadora, Jessica Gómez. En sus líneas, Gomez se dirige a una chica en traje de baño verde sentada a su lado en la playa. Ella, que ahora es una mujer adulta, se da cuenta de que esa niña sufre allí, tratando de esconderse en todos los sentidos de la mirada de los demás.

Desde aquí le escribe una carta maravillosa, que no es más que una invitación a volver a ser lo que eres, sin preocuparte por tu cuerpo. Disfruta de la lectura:

Soy la mujer en la toalla a mi lado. El que vino con un niño y una niña. Antes que nada quiero decirte que estoy pasando un rato muy agradable junto a ti y tu grupo de amigos, en este ratito en que nuestros espacios se tocan y tus risas, tus trascendentales conversaciones y la música de tus estéreos invaden el aire.



Sabes, me sorprendió un poco darme cuenta de que no sé en qué momento de mi vida pasé de estar allí a estar aquí: de ser la chica a ser la "señora de al lado", de ser la que va con. amigos para ser el que va con los niños.

Pero no te escribo por esto. Te escribo porque me gustaría decirte que me he fijado en ti. Te vi y no pude evitar mirarte.

Te vi siendo el último en desvestirte.
Te vi pararte detrás de todo el grupo, disfrazarte y quitarte la camisa cuando creías que nadie te miraba. Pero te he visto. No te estaba mirando, pero te vi.

Te vi sentarte en la toalla con una postura cuidadosa, cubriéndote el vientre con los brazos. Te vi colocarte el cabello detrás de las orejas, bajando la cabeza para agarrarlo, quizás para no mover los brazos de su estudiada posición "casual".
Te vi ponerte de pie para bañarte y tragar saliva, nervioso, porque tenías que esperar así, de pie, expuesto, a tu amiga, y otra vez usar tus brazos a modo de pareo para cubrirte: tus estrías, tu tu flacidez, tu celulitis.
Te vi atormentado porque no podías tapar todo junto mientras te alejabas del grupo, escondiéndote, como lo hacías antes para quitarte la camisa.
No sé si el hecho de que no estés contento contigo mismo tiene algo que ver con tu amiga, la que esperabas que derritiera su larga melena sobre su espalda a la que sólo le faltaban un par de alas de Victoria's Secret. Y mientras tanto tú ahí, mirando al suelo. Buscando un escondite en ti mismo y de ti mismo.


Y ME GUSTARÍA PODER DECIR TANTAS COSAS, QUERIDA NIÑA DEL BAÑADOR VERDE...

tal vez porque yo, antes de ser la mujer que viene con los niños, estaba ahí, en tu toalla. Me gustaría poder decirte que, de hecho, he estado en tu toalla y en la de tu amigo. Yo era tú y yo era ella. Y ahora no soy ninguno, o tal vez soy ambos, y que si pudiera dar marcha atrás simplemente elegiría disfrutar de la vida en lugar de preocuparme, o presumir, sobre cosas como en cuál de las dos toallas prefiero estar, la tuya o la de ella. . .


Desearía poder decirte que vi que tenías un libro en tu bolso, y que cualquier útero que ahora tiene 16 probablemente perderá su claridad mucho antes de que pierdas la cabeza.

Me encantaría poder decirte que tienes una sonrisa preciosa, y que es una pena que estés tan ocupado cubriéndote que no tengas tiempo de sonreír más.
Ojalá pudiera decirte que ese cuerpo del que pareces avergonzarte es hermoso solo por ser joven, ¡joder! Es hermoso sólo porque está vivo. Ser la envoltura de lo que realmente eres y poder acompañarte en lo que haces.
Quisiera decirte que tal vez podrías verte a ti mismo a través de los ojos de una mujer mayor de treinta años porque tal vez entonces te darías cuenta de cuánto mereces ser amado, incluso por ti mismo.
Me gustaría poder decirte que la persona que algún día te amará de verdad no amará a la persona que eres a pesar de tu cuerpo, sino que amará tu cuerpo: cada curva, cada línea, cada lunar. Amará el mapa único y precioso que dibuja tu cuerpo y si no, si no te ama así, entonces no merece tu amor.

Quisiera poder decirte que, créeme, créeme, créeme, eres perfecto como eres: sublime en tus imperfecciones.

Pero, ¿qué quiero decirte, si solo soy la mujer a mi lado? Aunque, ¿sabes qué? Vine con mi hija. Ella es la del disfraz rosa, la que juega en el río y se cubre de arena. Hoy solo se preocupó si el agua estaba demasiado fría. No puedo decirte nada, querida niña del traje verde... pero todo, TODO, se lo diré.

Y todo, TODO, también se lo diré a mi hijo. Porque así es como todos merecemos ser amados. Y así es como todos debemos amar.

QUERIDA CHICA DEL BAÑADOR VERDE:Soy la mujer que está en la toalla de al lado. La que ha venido con un niño y una…

Publicado por Jessica Gómez el martes 5 de julio de 2016

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Fuente: Facebook de Jessica Gómez

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