Producir energía a partir de e-coli: la batería que ayudará a los países pobres

    Jóvenes estudiantes están construyendo una celda de combustible alimentada por azúcar y la bacteria Escherichia Coli

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    Un grupo de muy jóvenes estudiantes de la Universidad de Bielefeld está trabajando en una batería de nueva generación (o, mejor, una pila de combustible real) capaz de acumular y producir electricidad a partir de la bacteria común Escherichia Coli, es decir, las bacterias que normalmente se encuentran en el intestino y las heces. Incluso las del hombre.





    Tras la idea de utilizar la orina para producir energía y recargar smartphones, aquí está esta batería, formada por un cátodo y un ánodo (es decir, los polos positivo y negativo) con una membrana parcialmente permeable en el medio que los separa. Sin embargo, a diferencia de otras baterías similares, las bacterias están presentes en el ánodo las cuales tienen la función de digerir algunas capas de glucosa en un proceso metabólico normal.

    Un proceso que también produce electrones, es decir, un flujo de energía eléctrica que circula del polo positivo al negativo una vez cerrado el circuito. La batería, explican los estudiantes, es bastante simple de hacer y por lo tanto no es caro. Lo que también lo hace útil para los países en desarrollo.

    Otra ventaja es la posibilidad de producir energía limpia y renovable sin los límites impuestos por el clima, como ocurre hoy en día con la eólica y la fotovoltaica. Al aumentar la cantidad de nutrición para las bacterias, entonces, la electricidad producida también está creciendo y basta con cambiar los sustratos que albergan la glucosa para recargar completamente la batería.

    Producir energía a partir de e-coli: la batería que ayudará a los países pobres

    En el laboratorio de Bielefeld, los jóvenes estudiantes están estudiando varios tipos de microorganismos que podrían realizar la misma función que Escherichia Coli, y si encuentran la mezcla bacteriana ideal, el rendimiento de su batería podría aumentar drásticamente. Este invento participará en la “Concurso Internacional de Máquinas de Ingeniería Genética” (iGEM) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, Estados Unidos.

    Esta no es la primera idea sobre cómo transformar la glucosa, u otros azúcares, en energía a través de bacterias o enzimas: es básicamente el mismo procedimiento que el proyecto “Sweet Hydrogen” del Virginia Tech Institute.



    Pepe Croce

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