Nuestro cerebro y forma de ser se forman desde la cuna: los 4 estilos de apego

La relación madre-hijo determina el estilo de apego en el primer año de vida. Una necesidad, la del apego, que dura "desde la cuna hasta la tumba".

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Nuestra mirada sobre el mundo, nuestra manera de estar con los demás está fuertemente "condicionada" por el tipo de "relación de apego“Que vivimos desde muy pequeños, primero con la madre.





El primero en descubrir la importancia del apego fue el psicólogo estadounidense John Bowlby: en 1951 presentó un informe a la Organización Mundial de la Salud señalando cómo, el cuidado materno adecuado era esencial para la salud mental y emocional de cada niño y posteriormente desarrolló su estudio de forma más articulada, llegando a aclarar que el vínculo de apego no sólo no está ligado a la alimentación (el recién nacido no busca a la madre porque tiene hambre) ni al aprendizaje social sino que es una predisposición innata a contacto, un necesidad primaria de cercanía física y emocional que, en cada individuo y en un marco de desarrollo, dura "desde la cuna hasta la tumba".

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Las 4 etapas del apego

Cada niño establece - en el primer año de vida - su propio “estilo de apego” personal basado en la calidad de la relación con la figura materna; Básicamente se pueden identificar cuatro fases:

  • desde el nacimiento hasta las ocho o doce semanas: aunque aún no es capaz de discriminar a las personas que lo rodean, el recién nacido es capaz de reconocer, a través del olfato y la voz, a su propia madre; comienza a implementar formas cada vez más específicas de relacionarse, especialmente con ella;
  • del sexto al séptimo mes: el niño está cada vez más atento al extraño, a las personas con las que entra en contacto;
  • a partir del noveno mes: la relación de apego con el “cuidador” (la persona más importante con la que interactúa, que en este período suele ser la madre) se vuelve estable y visible
  • a partir de los tres años aproximadamente, el niño aprende a sentirse tranquilo y seguro incluso en un entorno desconocido (siempre que en compañía de referentes secundarios), teniendo la certeza de que el referente volverá pronto.

El estilo de apego que se desarrolla depende, en esencia, de la capacidad del “cuidador” para responder “de manera suficientemente buena” a las solicitudes de presencia, cercanía, apoyo en momentos de estrés; de poder ser a la vez un "base(Del cual el niño puede alejarse para explorar el entorno, con confianza) que a"puerto(Volver a, referirse a) asegurar, capaz de garantizar una alimentación física y emocional adecuada, hecho de protección, sentido de seguridad, comprensión, calidez, escucha.



La situación extraña

Nuestro cerebro y forma de ser se forman desde la cuna: los 4 estilos de apego

Gracias también a la aportación de los estudios y la observación estructurada de los Situación extraña, elabora si Mary Ainsworth, que analiza las conductas de separación y reencuentro del niño con la madre, ante la presencia de un extraño y en la exploración del entorno, hoy podemos reconocer cuatro tipos de apego:

apego seguro

asegurar (realizado por una madre capaz de acoger y responder a las necesidades expresadas por el niño), en el que el niño se mueve con confianza en el entorno, expresa malestar por la separación (pero la tolera) y luego recibe a la madre con una sonrisa ;

Apego evitativo inseguro

evitativo inseguro (el niño tiende a "desactivar" el apego: al no encontrar respuestas maternas a sus pedidos de ayuda, debe volverse autónomo y, por ello, sobreactiva su sistema de exploración, no teme a los extraños y no expresa malestar ni alegría cuando la madre se va o regresa);

Apego inseguro ambivalente

inseguro ambivalente (surge cuando la madre tiene comportamientos impredecibles, a veces acepta las peticiones del niño, otras las ignora o se vuelve intrusiva), caracterizada por una actitud hipervigilante del niño que puede desarrollar un apego excesivo porque es incapaz de mantener la calma en el medio ambiente, lo sacan de la angustia en el momento de la separación (incluso cuando la madre regresa, le toma mucho tiempo calmarse).

Apego desorganizado

Finalmente tenemos elapego desorganizado: consecuencia de situaciones de maltrato, abuso (o traumas no resueltos de los padres que se expresan en las interacciones que tienen con el niño).


El tipo de apego que el niño "construye" con su madre es importante no sólo porque es fruto de la calidad (percibida por él) de su vida en ese momento sino también porque define lo que Bowlby llama "modelo operativo interno”(MOI): nuestra representación de nosotros mismos (como una persona que merece o no atención, confianza, respuestas positivas y constructivas, satisfacción); de los demás (como personas con las que, en principio, puedes contar o no y hasta qué punto) y cómo puedes relacionarte con ellos.


En pocas palabras, la calidad relacional global del primer año de vida jugará -luego, a lo largo de la existencia- un papel fundamental en elecciones, comportamientos, expectativas; determinará la autoestima y la seguridad en uno mismo y en los demás, la confianza en la vida, la forma en que nos acercamos y nos relacionamos con la pareja y por supuesto luego repercutirá también, como padres, en la forma en que nos cuidaremos de sus hijos

Por cierto: aunque bastante estable, cada modelo de funcionamiento interno puede modificarse/integrarse tanto con voluntad y buen trabajo personal como (en la infancia o en la edad adulta) gracias a otras experiencias afectivas significativas y positivas. En resumen: cualquiera que sea nuestro punto de partida, ese es el estilo de apego que caracterizó nuestra infancia, nuestra capacidad de amar y amar y responder adecuadamente de manera adecuada, segura y confiada, siempre puede crecer. Y esta es nuestra responsabilidad personal: hacia nosotros mismos y el mundo.

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