Malos hábitos: Rompe el círculo con mindfulness siguiendo estos 8 pasos

    Malos hábitos: Rompe el círculo con mindfulness siguiendo estos 8 pasos

    Cómo sacar nuestros (malos) hábitos del piloto automático y traer más conciencia a nuestra vida. Una práctica de atención plena para todos.

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    Café por la mañana. El cigarrillo después del café. El recorrido habitual por la calle para ir a comprar pan. O lo primero que se te ocurra: ya sean "buenos" o "malos", los hábitos siempre siguen siendo hábitos. Se forman y fortalecen a través de la repetición, se convierten en prácticas consolidadas de actuar o pensar sin reflexión. Automáticamente guían nuestra vida. Apenas lo notamos, y lo hacemos. O digamos. Porque, al fin y al cabo, ya conocemos esa "cosa".





    Los hábitos no están ahí, en nuestra vida, por casualidad: satisfacen la necesidad de comodidad y realización; dan seguridad, te hacen sentir todo bajo control, te permiten acceder a sensaciones de placer no solo de la mente sino también del cuerpo (o te permiten bajar el nivel de tensión o dolor percibido). En definitiva, nos recompensan.

    Y así, cada vez, suceden dos cosas: se fortalecen las conexiones neuronales de esa configuración, de esa “manera” de encarar/reaccionar/permanecer; nuestra interacción en y con el mundo cambia: lo leemos a través de los lentes de nuestros hábitos, que se vuelven cada vez más importantes (más "salientes"). Entonces - por ejemplo - si mi mal hábito es fumar o comer dulces, espontáneamente fumaré o comeré para enfrentar los momentos difíciles, de tensión, para no sentir las dificultades, para celebrar las alegrías, para relajarme, para sentirme más seguro y así en.

    Dicho de otra manera: es un círculo autosustentable; aprendemos a confiar y confiar, una y otra vez, en alternativas, conocimientos, estrategias que percibimos constructivas o al menos nos ayudan a sentirnos mejor, a sentir menos dolor, a afrontar una situación positivamente, a darnos fuerza, etc. cierto o no es lo que, al fin y al cabo, distingue a los "malos" de los buenos).

    Le los hábitos te permiten "ahorrar energía" y emociones, le permiten utilizar los conocimientos aprendidos sin esfuerzo pero, siempre, incluso cuando no son "malos", nos alejan de la verdadera conciencia y la verdadera presencia de nosotros mismos.; ponen en un segundo plano la posibilidad de elegir, cada vez, entre todas las alternativas posibles en ese momento (aspecto no menor, que nos convierte en protagonistas activos de nuestra vida).

    La buena noticia es - con la práctica de la atención plena - es posible mantener los beneficios y, poco a poco, eliminar el "piloto automático": introducir pasos de atención, de escucha curiosa y sin juicio del propio cuerpo y de las emociones para elegir, cada cierto tiempo, de forma consciente, la respuesta a dar en ese preciso “aquí y ahora”. La gratificación será aún mayor, al igual que la autoestima y la capacidad de encontrar caminos nuevos y adaptativos, surfeando constructivamente sobre lo que la vida nos trae como regalo, será cada vez más fuerte.



    Un ejercicio guiado de mindfulness para empezar a trabajar en tus (malos, pero no únicos) hábitos:

    1. encuentre una posición cómoda, sentado, con la espalda recta, la cabeza alineada con la columna; mantener los ojos cerrados facilitará la práctica
    2. escucha el ritmo y el sonido de tu propia respiración, dejando todo lo demás (ruidos, solicitudes) en un segundo plano. Si surgen pensamientos, míralos rápidamente sin juzgarlos y luego regresa tu atención a tu respiración.
    3. observar, con curiosidad, las sensaciones del cuerpo: ¿hay partes que están en contacto con superficies (por ejemplo, la silla, o el algodón de la camisa), o están bajo tensión? Lleva tu atención a tus hombros, manos, brazos, rodillas, piernas... y si hay contracciones, lleva tu respiración allí. Fíjate si hay sensaciones agradables
    4. dar nombre al propio "hábito", una necesidad urgente que tenemos y que nos hace sentir bien. Por ejemplo, las ganas de fumar en una determinada circunstancia. O revise su correo electrónico para ver si han llegado nuevos correos electrónicos. Sentimos cómo esta “necesidad”, esta “urgencia” se mueve en nuestro cuerpo, cuáles son las sensaciones. ¿Es agradable o desagradable, fuerte o débil? ¿Nos gustaría conservar la sensación de placer o hacer desaparecer el malestar? Solo tomémoslo en cuenta.
    5. Note cómo el deseo se manifiesta en el cuerpo. ¿Qué sensación física y dónde? ¿Se queda quieto o se mueve, cambia si llevo mi conciencia allí y lo miro, y cómo? Es, por delante o por detrás; se convierte en otra cosa y, de ser así, ¿en qué? ¿Cuánto dura, cómo es convincente o no lo es? ¿Cambia si, volviendo al ejemplo, me imagino fumando o mirando el correo?
    6. Fíjate en lo que se siente al tomar conciencia del cuerpo, al explorar -con curiosidad- hábitos e impulsos, sin obligarte a actuar sino simplemente observándolos.
    7. Respira, con esta atención, durante unos minutos, dejando aflorar cualquier deseo y observándolo, con curiosidad, explorando para sentir sus sensaciones, lo que le gustaría empujar a hacer, la fuerza, el mensaje que lleva. Respirarlo y dejarlo ir. Tomando cada sensación sin juzgar, tomando nota con curiosa conciencia.
    8. Respira profundamente, abre los ojos.

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