Las redes sociales no distinguen el arte de la pornografía (y siguen censurando a Canova)

    Las redes sociales no distinguen el arte de la pornografía (y siguen censurando a Canova)

    Instagram vuelve a censurar las obras de Antonio Canova expuestas en el museo Possagno, una vez más el algoritmo tiene lo mejor del arte

    Aquí vamos de nuevo. Las tomas que representan las estatuas del famoso escultor Antonio Canova han sido cubiertas con pegatinas rojas en Instagram. ¿La razón? El algoritmo social es incapaz de distinguir un desnudo artístico de un contenido pornográfico. Y, una vez más, es el arte el que paga el precio.



    “Problemas de la censura ordinaria”, bromea el museo Gipsoteca Antonio Canova de Possagno (Treviso), lanzando el hashtag #HotCanova en Instagram.

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     Aparentemente el tema sigue siendo muy interesante y obviamente debatido. Hemos estado viviendo con este algorítmico ilógico desde hace un tiempo. - escribe la fundación Canova, cansada de esta situación paradójica - A veces aparecen reportajes, muchas veces no podemos promocionar eventos o productos. Una cosa es cierta: no perdonamos y no olvidamos.

    Numerosos comentarios llenos de ira e indignación aparecieron debajo de la publicación publicada por el museo Possagno.

    “No lo puedo creer” escribe alguien, mientras otro usuario comenta “Nuestra vida está en manos de algoritmos”.

    El tema de la censura no es nada nuevo en Instagram. Hace un par de años fue el turno de otras obras de Antonio Canova, entre ellas la mundialmente famosa obra maestra “Las tres gracias”, que fue oscurecida porque automáticamente la red social la consideró inapropiada. Tanto el crítico Vittorio Sgarbi, presidente de la Fundación Canova, intervinieron al respecto, anunciando acciones legales contra Zuckerberg, como el alcalde de Possagno Valerio Favero que había hablado de "oscurantismo obtuso". En ese momento, tomó más de un mes desbloquear completamente el perfil del museo.

    Evidentemente las polémicas y peticiones que se le hicieron a Zuckerberg no fueron suficientes. Para sacar lo mejor del arte está el algoritmo. Otra vez. ¿Cuándo terminará esta broma?

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    Fuente: Museo Canova

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