La paciencia, la virtud que mejora la vida: beneficios y cómo entrenarla

Las razones para cultivar el arte de la paciencia en nuestra vida son numerosas, empezando por los beneficios sobre nuestra salud mental. He aquí tres consejos para "entrenar" esta preciada virtud

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Abbi ¡paciencia! En el tumulto impetuoso de las emociones, de los ritmos acelerados cotidianos, de la necesidad de saciar inmediatamente -como nos han enseñado- nuestros deseos o de "morder la vida" (que significa: ¡agárrala ya!), la Paciencia parece tener que actuar. una condena
Paciencia, tendré que ser paciente. Y parece haber en esto el regusto de una especie de resignación, de observación deprimida y frustrada de una evidencia con la que -a pesar de nosotros- nos vemos obligados a relacionarnos. Paciencia.





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La verdadera paciencia, sin embargo, es otra cosa. "Ella es la compañera de la sabiduría", escribió San Agustín. Es la capacidad de reconocer profundamente el ritmo, el tiempo y las condiciones que se necesitan para que la realidad se manifieste. Es una inversión. Es estar con la maravilla del ritmo y el tiempo que tardan los frutos en madurar al sol, para que en nueve meses se pueda formar un bebé en el vientre de su madre, para que la torta se hornee y suba en el horno. sino también para garantizar que el atasco en la carretera desaparezca y el tráfico regrese sin problemas. Entonces sí, es fundamental para nuestra vida y puede ser una de las claves que la haga feliz, que nos permita honrarla de la mejor manera posible.

La paciencia, la virtud que mejora la vida: beneficios y cómo entrenarla

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Sí, está bien, ese tipo de paciencia es para muchos o quizás para todos todavía un espejismo, pero saber que existe, que es posible, nos muestra una dirección ideal. Dónde formarnos en nuestro día a día: en casa con los niños, en el trabajo con los jefes y compañeros, con los que hacen cola con nosotros en la caja del supermercado y en general siempre, siempre que se presente la oportunidad. Lo cual, por desgracia, generalmente no es raro.

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Ciertamente, en cualquier caso, en cualquier nivel personal en el que te encuentres con el sagrado talento de la paciencia, esto puede marcar la diferencia entre "molestia" y "ecuanimidad", entre "preocupación" y "tranquilidad", entre "urgencia" y "entrega". - dale el tiempo que necesites". Lo importante es que se caracterice por un claro y expreso deseo activo de ejercerla: de hecho, para decirlo en palabras de Neruda, "sólo la paciencia ardiente llevará a alcanzar la felicidad espléndida" (así que cuidado: cuando lo contrario sucede, cuando la paciencia es una estrategia que uno se siente obligado a adoptar ante un sentimiento de frustración e impotencia, a la larga se convierte en abundante leña para la ira).



Si el saggezza ancestral y espiritual siempre ha enseñado a aplicar el arte de la paciencia, hoy los estudios científicos confirman la eficacia de este enfoque.

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Aquellos que son pacientes disfrutan de un mejor bienestar mental.

Un estudio de hace una década demostró que las personas pacientes tienden a experimentar menos depresión y emociones negativas, se consideran más conscientes y tienen un mayor sentido de gratitud, conexión con el resto de la humanidad y abundancia.

Investigaciones más recientes han identificado varias posibilidades para disminuir la paciencia: hay que interpersonal, que consiste en relacionarse por igual con personas molestas, irritantes (quien lo posee también tiende a estar más confiado y satisfecho con su vida); otro te permite afrontar momentos difíciles (por ejemplo esperar a encontrar un trabajo, a que una cura funcione) sin frustración ni desesperación porque está lleno de esperanza. Y luego está el paciencia de resiliencia, que ayuda a superar las molestias diarias, el ordenador que se congela, las colas larguísimas y los mañosos que intentan pasar, etc.: quienes lo tienen están más satisfechos con la vida, tienen menos riesgo de depresión.

Las personas pacientes son mejores amigos y vecinos.

En las relaciones con los demás, la paciencia se convierte en una forma de bondad: te hace más colaborador, más empático, más justo en tus consideraciones y más indulgente, capaz de aliviar el sufrimiento de los demás. Cualquiera que sea el tipo de paciencia que se ponga, las personas se vuelven más agradables y amigables, es decir, amables, propensas a la colaboración, capaces de gestos acogedores, generosos, compasivos. E inclinado a perdonar, tolerar las faltas de los demás. Después de todo, la paciencia es la base de la convivencia civilizada y, en este caso, también está vinculada a la confianza en las personas y las instituciones.



La paciencia nos ayuda a conseguir nuestros objetivos

La gatita apresurada da a luz gatitos ciegos: ¿quién no conoce este dicho? La paciencia y la perseverancia, el trabajo y la conciencia del tiempo necesario para "asentarse", fortalecerse, madurar le permiten avanzar en la vida, en las relaciones. La semilla necesita un suelo propicio y la espera paciente (consciente, respetuosa y capaz de acompañar el momento de la semilla y de la planta) del agricultor. Otro estudio confirma que la sabiduría popular tampoco se equivoca en este caso: aquellos que son más pacientes también son capaces de implementar todas las acciones que necesitan, en el camino, para lograr sus objetivos.

Alimentar la paciencia produce bienestar

Un trato paciente mejora la salud y protege contra dolencias como dolores de cabeza, acné, úlceras, diarrea, neumonía y en general es un excelente remedio antiestrés.

En resumen: ser pacientes, activos, alegres, siempre nos ayuda.

Tres consejos para entrenar la paciencia

Revisa tus creencias

Perder la paciencia, sin duda, es una respuesta emocional: podemos optar por empezar a gobernarla. En esto será útil, en cada situación, la capacidad de ver el evento no como un problema sino como una oportunidad: ¿la persona llega tarde? Independientemente de las decisiones que este retraso pueda hacer que tome con esa persona, puedo enojarme o aprovecharme de otra cosa mientras tanto. ¿El tráfico es lento? Puedo tocar la bocina para instar a otros a moverse, reflexionar sobre el hecho de que llegaré tarde o aprovechar la oportunidad para mirar a las personas de una manera diferente a la habitual, escuchar música.

Meditar y respirar en el corazón

Prestar atención a la propia respiración, respirar conscientemente y llevar esto al corazón ayuda a dejar ir, a volver al aquí y ahora, dejando que se dispersen emociones como la ira, la impotencia, la sensación de agobio. Trae de vuelta a tu centro.

Practica la gratitud

Quien es capaz de sentir gratitud, de ver la belleza en las pequeñas cosas de la vida, es aún más paciente: por lo tanto, capaz de posponer una gratificación, la realización de un evento que puede dar satisfacción.

Las ideas y la información para hacerlo ya están todas ahí: ¡que comience el cultivo de nuestro talento de ardiente paciencia!

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