La leyenda de la flor de la pasión y su significado espiritual

La leyenda de la flor de la pasión y su significado espiritual

La pasiflora se cultiva con fines decorativos, y detrás de su nacimiento hay leyendas y símbolos espirituales.

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La pasiflora es una planta que pertenece a la familia Passifloraceae que cuenta con más de 600 especies. Se cultiva con fines decorativos dados sus hermosos colores que van del blanco al azul, pasando por el morado y el morado. Detrás de su nacimiento hay leyendas y símbolos espirituales.





Ya te habíamos hablado de los muchos propiedad de la flor de la pasión que suele utilizarse para el tratamiento y prevención de la ansiedad, la angustia y el insomnio. Las propiedades curativas de la pasiflora ya eran conocidas en la antigüedad por los aztecas, quienes la utilizaban como remedio relajante. Incluso durante la Primera Guerra Mundial, se había utilizado para el tratamiento de las "ansiedades de guerra".

Su uso también puede ser útil en casos de asma, palpitaciones, déficit de atención e hipertensión arterial. En cuanto a la pasiflora edulis, recordad que su fruto es comestible, el maracuyá o fruta de la pasión.

Passiflora, el significado espiritual

En el lenguaje de las flores y las plantas, la pasiflora es el símbolo de fe religiosa pues en torno a su nacimiento se asientan algunas leyendas relacionadas con el símbolo espiritual, aquí van dos.

El primero cuenta que una planta silvestre creció junto a la cruz de Jesús. De repente, sus ramas comenzaron a extenderse hacia la parte superior de la cruz y llegaron a la frente ensangrentada del Señor.

Cuando los discípulos Nicodemo y José fueron a levantar a Jesús de la cruz vieron que la plantita, envuelta alrededor de su cabeza, estaba cubierta de extrañas flores lemas, dentro de las cuales podían distinguir: el martillo, los clavos, la corona de espinas. otros signos de la Pasión de Jesús Sorprendieron a aquellas flores y las llamaron passiflore, es decir, flores de la pasión.

La segunda leyenda con el mismo personaje cuenta que muchos años, cuando llegaba el Hada de la Primavera, todas las plantas a su toque despertaban del largo sueño invernal echando capullos, hojas y flores. Solo una planta se despertó tarde y cuando lo hizo, la primavera ya estaba lejos.


La planta luego oró a Jesús para que la hiciera florecer como todas las demás plantas.
El Señor le respondió: - No te preocupes, tú también florecerás.
¿Cuándo? La pequeña planta preguntó ansiosamente.
Un día... y los ojos de Jesús se velaron de tristeza.


Cuando regresó la primavera, todas las plantas, incluso las del Gólgota, florecieron excepto la plántula sin nombre. En cierto momento el viento se llevó el eco de lágrimas, lamentos y gritos. Un hombre avanzó entre la multitud que gritaba, doblado bajo el peso de una cruz muy pesada. Su rostro estaba desfigurado por el dolor y la sangre.
Yo también quisiera llorar como lloran los hombres, pensó la planta con un estremecimiento...

En ese momento Jesús pasó junto a ella y una lágrima mezclada con sangre cayó sobre la lastimosa planta. Inmediatamente brotó una extraña flor, que llevaba en su corola los instrumentos de la pasión de Jesús: una corona, un martillo y clavos. Así nació una nueva flor: la pasiflora o flor de la pasión.

La leyenda de la flor de la pasión

Otra leyenda sobre el nacimiento de la pasiflora, no relacionada con el aspecto espiritual, es la de Maracujà, una doncella española que había llegado a tierras guaraníes con su padre.

Maracujah no era su nombre de pila, sino el apodo que le puso un aborigen guaraní a quien amaba en secreto y conoció en secreto, ya que su padre nunca aprobaría una relación así. De hecho, estaba predestinada a casarse con un capitán. Pero la mujer no tenía intención de casarse con el capitán y suplicó a su padre, llorando día y noche. Pero no había nada que hacer ni siquiera confinado en la casa.


Maracuyá tuvo que contentarse con ver a su amado desde la ventana de su cuarto, pues no le permitían salir de noche a los jardines y difícilmente podía sustraerse a la vigilancia de su padre. Sin embargo, envió a una criada para informar al niño de su sombrío futuro.

El joven guaraní no se resignaba a perder a su amada, y todas las noches se acercaba a la casa tratando de verla. Durante horas miró hacia la ventana tocando la flauta. Hasta que, una noche, la amada ya no escuchó ese sonido y cayó en la desesperación.


Después de varios días, vio la figura de una anciana india entre los arbustos. Era la madre de su amante, quien, acercándose a la ventana, le dijo que el joven había sido asesinado por el capitán, quien había descubierto la historia oculta de su hija.

Entonces Maracujah salió corriendo por la ventana y siguió a la mujer hasta el lugar donde descansaba el cuerpo de su amada. Enloquecida por el dolor, cavó un hoyo con sus propias manos hasta que vio a su amado.

La mujer entonces le pidió a la anciana que la matara y acercara sus cuerpos. Luego de herirla con una flecha en el corazón, la anciana se dio cuenta que de esa misma flecha nació una extraña flor, cuyos pétalos se abrieron en la noche y se abrieron con el sol: la pasiflora.

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