El arte de no desperdiciar la vida y practicar el desapego tanto a las cosas materiales como a un pasado que nunca puede volver, está bien explicado en el budismo en el cuento de la balsa.
No guardes el aguacate así: es peligrosoEl arte de no desperdiciar la vida y practicar el desapego tanto a las cosas materiales como a un pasado que nunca puede volver, está bien explicado en el budismo en el cuento de la balsa.
Para vivir bien es necesario dejar atrás lo que no nos hace pacíficos y abrirnos a lo nuevo sin llevar lastre. Para explicar la importancia de practicar el desapego de las personas y las cosas, Buda cuenta esta historia.
Los protagonistas son un hombre y una balsa que simboliza qué de qué deberíamos separarnos por el camino de nuestra vida.
El cuento de la balsa
“Supongamos que un hombre está frente a un gran río y tiene que cruzarlo para llegar a la otra orilla, pero no hay un bote para hacerlo, ¿qué hará? Corta algunos árboles, átalos y construye una balsa.
Luego se sienta en la balsa y usando sus manos o con la ayuda de un palo, se mueve para cruzar el río. Una vez que llega a la otra orilla, ¿qué hace? Abandona la balsa porque ya no la necesita, lo que nunca haría, pensando en lo útil que le había sido, es cargarla sobre sus hombros y continuar el viaje con ella a la espalda.
Asimismo, mis enseñanzas son sólo un medio para un fin, son una balsa que os transportará a la otra orilla. No son un fin en sí mismos, sino un medio para obtener la iluminación”.
Y esta sería la condición ideal, es decir, una vez que ya no la necesitemos y hayamos llegado a la meta que queremos, lo más normal sería abandonar la balsa.
Pero algunas personas se suben a la balsa y no reman, olvidando que tienen que llegar al otro lado. Terminan perdiendo la perspectiva incluso antes de iniciar su viaje. Entonces se enfocan en la balsa para hacerla más cómoda: construyen las paredes, el techo, la amueblan.
Es decir, convierten la balsa en una casa y la amarran firmemente a la orilla. No quieren oír hablar de soltar las cuerdas o izar el ancla.
“Otras personas se detienen y miran la balsa desde la orilla y dicen: 'Qué hermosa balsa, es grande y sólida'. Toman la cinta métrica y la miden. Saben exactamente cuál es su tamaño, el tipo de madera con la que está construido y dónde y cuándo fue construido. Algunos van más allá y crean una ficha técnica que se utiliza para vender balsas al por mayor. Pero por muchas balsas que vendan, nunca se subieron a una y ni siquiera pensaron en cruzar el río. “Es demasiado arriesgado”, piensan”, explica el Cuento budista.
Todavía hay gente que se queda en tierra para construir una balsa más grande y más seguro, para afrontar el viaje sin peligro. Pero sucede que se quedan en tierra haciendo consideraciones, discutiendo y enfadándose, por lo que no van a ninguna parte.
“Algunas personas piensan que la balsa es demasiado simple, rústica y poco atractiva. La miran y niegan con la cabeza. “Parece un montón de troncos atados sin apretar. Así que deciden embellecerlo, pintarlo, decorarlo y cubrirlo de flores, pero nunca logran subirse a él y mucho menos pensar en remar hacia la otra orilla”.
Y luego Buda explica:
“La orilla en la que estamos es el presente, la existencia ligada al ego, la otra orilla es lo que aspiramos a ser, representa nuestras metas y sueños. La balsa nos ayuda a cruzar las aguas, esa es su función, pero después tenemos que abandonarla”.
Así la balsa se convierte en el símbolo de todo lo que en el pasado y en el presente nos ha servido para llegar a otro lugar, pero debemos aprender a abandonarla, a no llevarla a cuestas.
La balsa no hace referencia únicamente a las posesiones materiales, es todo lo que nos ata y nos impide alcanzar nuestro máximo potencial: pueden ser relaciones interpersonales que han perdido su razón de ser o incluso ciertos rasgos de personalidad o creencias que nos mantienen afines. .
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La historia en resumen nos habla de nuestra tendencia a aferrarnos a las cosas y situaciones, acabando por desperdiciar nuestra vida. A veces se hace por miedo, pero el cambio es parte del día a día y es necesario averiguar qué hay en la otra orilla.
dominella trunfio