La escucha activa y la empatía ayudan a criar a los niños emocional y afectivamente más fuertes; facilitar la comunicación y la gestión de conflictos.
No guardes el aguacate así: es peligrosoEscucha activa, empatía: estos extraños. La mayoría de la gente, al menos. Pero quizás hoy más que nunca serían útiles, y mucho: no sólo son la base necesaria para un diálogo auténtico, a todas las edades, en cada situación (personal, profesional) pero son herramientas poderosas para superar conflictos, polarizaciones de opiniones y opiniones.
Dell 'empatía, por supuesto, se sabe lo suficiente. Al menos en teoría (entonces la práctica es otra cosa: la capacidad de comprender el estado de ánimo y la situación emocional de una persona, quizás incluso sin recurrir a la comunicación verbal, requiere un esfuerzo voluntario de atención, presencia, orientación hacia el otro, respeto y escucha auténtica sin prejuicios. , saliendo de convicciones personales). L'escucha activa en cambio, requiere salir de las propias convicciones para estar verdaderamente "con" el otro, al mismo nivel, con una actitud amorosa y respetuosa.
Cierto, no es fácil, básicamente por una razón: no tenemos mucha experiencia directa, nadie nos ha enseñado nunca. Y es una gran lástima porque, como señaló Carl Rogers en el libro "Un revolucionario silencioso": "aquellos que han sido escuchados" activamente "maduran emocionalmente, se abren a la experiencia, están menos a la defensiva, se vuelven más tolerantes y menos autoritarios". Maravillosa perspectiva, ¿no crees?
Como nunca es tarde, también podemos empezar a hacerlo ahora: escuchar de verdad. Las personas que conocemos, todas y, más aún, las que amamos. Empezando por los más pequeños, sean o no nuestros hijos: incluso rebajándonos, físicamente, a su altura, mirándoles a los ojos mientras les hablamos y mientras nos hablan, para que entiendan que somos realmente escuchándolos, con respeto, no sólo en las palabras, sino también en las emociones que transmiten. O que queremos transmitir, en las enseñanzas amorosas y constructivas que sentimos que les son útiles, como sugiere Thomas Gordon. Un poco como lo hacen Kate y William de Inglaterra, incluso en ocasiones públicas, con sus hijos reales.
Tres "trucos" nos pueden ayudar en la escucha activa:
- posicionarse al nivel del otro (simbólicamente pero, si es posible, también físicamente al mismo nivel).
- ralentizar la comunicación: ayuda a salir de automatismos reactivos, da espacio para la reflexión y tiempo para una percepción global.
- hacer un uso creativo de todos"ejercicio de tortuga: se trata, en definitiva, de expresar el propio punto de vista y los propios datos sólo después de haber resumido correctamente el punto de vista, las sensaciones y los datos presentados previamente por el otro interlocutor.
Para los que quieren: buena práctica, buena escucha.
Ana María Cebrelli