El Covid nos ha enseñado el verdadero valor de los abrazos (y cuánto los necesitamos)

El Covid nos ha enseñado el verdadero valor de los abrazos (y cuánto los necesitamos)

El día de los abrazos cae este año en plena pandemia cuando nos toca mantener la distancia. Pero nos recuerda cuánto lo necesitamos

La pandemia ha trastocado nuestras vidas y nos ha privado de uno de los gestos más hermosos e importantes que podemos intercambiar: los abrazos. Ahora nos vemos obligados a despedirnos de lejos, sin besos, apretones de manos y menos abrazos que en estos momentos son una de las cosas que más echamos de menos y que estamos deseando recuperar cuando todo acabe.





Un hermoso pensamiento de Paulo Coelho dice:

“Un abrazo significa 'No eres una amenaza. No tengo miedo de estar tan cerca de ti. Puedo relajarme, sentirme como en casa. Estoy protegido, y alguien me entiende.' La tradición dice que cuando abrazamos a alguien de manera sincera, ganamos un día para vivir”.

Que hermoso es abrazar a alguien que amamos, acariciarlo, tenerlo cerca de nosotros, sentir esa cercanía tan importante y placentera. Hoy, 21 de enero, Día Mundial del Abrazo nos invitaría a hacerlo más. Lamentablemente, sin embargo, este año lo pasa realmente mal, en un momento particularmente difícil y en el que todos, paradójicamente, lo necesitarían aún más.

En cambio, debemos, por nuestro propio bien y el de los demás, alejarnos sobre todo de quienes más arriesgan: ancianos, inmunodeprimidos, etc.

Los afortunados tienen una familia a la que abrazar en su propia casa pero pensad cuántas personas viven solas y, desde hace meses, podrían verse privadas de los abrazos de sus seres queridos.

Una situación impensable y nunca vivida que inevitablemente nos está desgastando, es inútil negarlo. No es casualidad que vayan en aumento dolencias como la ansiedad, la depresión y ese malestar general que se ha bautizado como "pandemias fatigosas", cosas que muchas veces un abrazo sincero podría al menos calmar si no disolver y sanar por completo.

Algunos abrazos en este extraño período se han hecho famosos y nos han emocionado. Es el caso de Guido (100 años) y María (93), separados por el coronavirus que pudieron volver a abrazarse tras 101 días de ausencia.

También os contamos la solución adoptada por una residencia de mayores en Veneto donde se creó una verdadera sala de abrazos. Se han creado dos estaciones para visitas familiares que permiten abrazar y tocar a los seres queridos, separadas por protecciones de plástico impermeable transparente.



 

La necesidad natural de un abrazo.

Nuestro primer contacto en la vida es solo el abrazo, los bebés son constantemente acunados, amamantados y mimados. La investigación científica muestra que el contacto piel con piel desde el nacimiento permite que los bebés desarrollen sentimientos y habilidades sociales desde el principio y reduce el estrés tanto para la madre como para el bebé.

Somos principalmente criaturas sociales y llevamos esta necesidad de contacto humano con nosotros en todas las etapas de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta y más allá.

Desde un punto de vista cultural, el abrazo juega un papel importante como saludo afectuoso en muchos países, incluido el nuestro por supuesto. Un hábito agradable y saludable que tuvimos que abandonar con un enorme esfuerzo.

El acto de abrazar nos da una sensación de felicidad y seguridad y esto se debe a que, cuando abrazamos a alguien, se libera una hormona llamada oxitocina (la hormona del amor) que promueve el vínculo afectivo, reduce el estrés y puede llegar a bajar incluso la presión arterial.

El contacto positivo con otra persona, como los abrazos, también libera serotonina. Los niveles bajos de serotonina y otra hormona de la felicidad relacionada (dopamina) pueden asociarse con depresión, ansiedad y mala salud mental.

Por lo tanto, no es extraño que la privación de contacto con otras personas se haya convertido en una grave consecuencia de la pandemia y podría haber afectado la salud mental de muchas personas, en particular de aquellas que viven solas o en relaciones inestables.

En definitiva, estamos perdiendo la oportunidad de darnos y regalarnos emociones positivas, las de un simple pero poderoso abrazo. La pandemia ha puesto ante los ojos de todos la necesidad y el poder benéfico de este gesto tan inherente a nuestra naturaleza.



Estamos destinados a abrazarnos, ¡pero tal vez solo lo hemos descubierto realmente ahora cuando no podemos!

Dejemos esta conciencia a un lado y atesorémosla para cuando la pandemia finalmente termine (porque terminará) y volvamos a abrazarnos más fuertes y mejores que antes.

Sobre el tema de los abrazos hemos escrito mucho, si quieres saber más lea también:

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