El coronavirus ha despertado nuestras ganas de vivir en el campo (y repasar prioridades)

    El coronavirus ha despertado nuestras ganas de vivir en el campo (y repasar prioridades)

    La vida en el campo atrae cada vez a más personas: se considera más sostenible, más saludable y "a prueba de epidemias".

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    La reciente pandemia ha ayudado a difundir una renovada deseo de ritmos menos frenéticos y una vida más tranquila y saludable, que es probablemente la razón por la cual cada vez más personas están pensando en mudarse al campo.





    En realidad se trata de una "moda" que se ha ido abriendo camino desde hace algunos años y que lleva a una revalorización de los pros de la vida rural, frente a la agitada y estresante vida urbana. De hecho, las ventajas son numerosas y no conciernen sólo a los ritmos más dilatados, en armonía con la naturaleza circundante, sino también, por ejemplo, a la salud, un tema particularmente actual.

    En primer lugar, porque los índices de contaminación en el campo son más bajos que en las ciudades densamente pobladas y, por tanto, tienes la oportunidad de vivir en un entorno más limpio y saludable. En segundo lugar, porque las ventajas son considerables incluso en caso de epidemias, como se observó durante los primeros meses de la pandemia.

    Si los habitantes de la ciudad se han tenido que conformar con apartamentos propios, a veces sin siquiera terraza, los habitantes del campo, sobre todo si residen en casas con jardín, se han podido permitir pasar tiempo al aire libre, dedicándose a veces a la huerta o al cuidado del jardín. Una diferencia significativa que tiene importantes repercusiones también a nivel psicológico porque una cosa es vivir una pandemia entre cuatro paredes, completamente encerrados, y otra vivirla en plena naturaleza.

    Sin contar que en el campo la vida suele ser más barata, incluso los alquileres y precios de villas y apartamentos son más bajos. Además, al ser pocos, nos conocemos más y tendemos a tener relaciones más solidarias con el barrio que muchas veces quedan imposibilitadas en la ciudad precisamente por, paradójicamente, la alta densidad de población.

    Gracias al trabajo remoto, vivir en el campo ya no excluye la posibilidad de trabajar con empresas en los grandes centros urbanos.


    Sin embargo, no se puede negar que existen algunas desventajas, por ejemplo la oferta cultural tiende a ser menor que en la ciudad, y la propia vida mundana y social es menos animada.


    En cuanto al trabajo, salvo que se ejerza una profesión a distancia, las posibilidades de empleo son menores, y los servicios públicos también pueden ser menos eficientes, obligando, dadas las grandes distancias, a utilizar con frecuencia el coche en lugar de autobuses, tranvías y metros. este último totalmente ausente.

    En definitiva, la vida en el campo es una alternativa válida a la ciudad pero sin olvidar que ¡no es para todos!



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