Francotiradores desde helicópteros ya han disparado a 1500 camellos, pero la matanza en Australia continúa porque el número a eliminar es de 10. Su culpa es la de beber demasiado y 'quitarles el agua' a los aborígenes.
Está a punto de acabar atropellado, su madre lo salva
Francotiradores desde helicópteros ya han disparado a 1500 camellos, pero la matanza en Australia continúa porque el número a eliminar es de 10. Su culpa es la de beber demasiado y 'quitarles el agua' a los aborígenes.
Mientras crece el enfado y la firme condena por esta ordenanza del jefe de la comunidad aborigen de Anangu Pitjantjatjara Yankunytjatjara, los más indignados ante esta situación son los somalí que están instando a los australianos por todos los medios a que dejen de sacrificar camellos.
El presidente de la Asociación de Pastores de Camellos de Somalilandia, Mustafe Cali Deeq, explica que estos animales son "muy valiosos" para los somalíes y "segundos" después de los humanos.
“La Asociación de Animales de Somalilandia ha expresado su preocupación pidiendo a todo el gobierno y al pueblo somalí que trabajen juntos para salvar a los camellos”, escribe un usuario en las redes sociales.
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Luego dijo que Australia debería salvar la vida de los camellos enviándolos de donde vinieron "originalmente", es decir, el Cuerno de África, donde estos animales son sagrados y amados. Llamados 'geel', los camellos representan riqueza y bienestar.
Los propios somalíes afirman que los camellos australianos fueron trasladados durante la colonización: desde la antigua colonia inglesa (ahora una república autoproclamada de Somalilandia) a Australia, entonces bajo el dominio británico.
Cómo fueron las cosas es de poca importancia hoy. El hecho real es que la matanza continúa y es poco probable que los camellos sean trasladados de un continente a otro. Y la historia es prueba de ello: incluso en años pasados la ordenanza se emitió tras denuncias de la población de que los animales invaden sus propiedades en busca de agua y sus flatulencias contribuyen al calentamiento global.
Cada año, el programa de manejo de camellos prevé sacrificar una cantidad de camellos por temor a que puedan agotar los pocos manantiales de agua, fuentes muy preciadas y sagradas para las comunidades aborígenes. Parece que no hay escapatoria para estos pobres camellos salvajes, a pesar de que el Departamento de Energía y Medio Ambiente dice que las emisiones de la vida silvestre no deben considerarse en la estimación de emisiones de un país, ya que no se gestionan a nivel nacional.
Y todo sucede, no lo olvidemos, mientras mil millones de animales han muerto a consecuencia de los incendios que están asolando Australia.
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